El Comercio se equivoca, así como se equivocan aquellas opiniones que sostienen que la vigente ley universitaria y la Sunedu afectan la autonomía de las universidades.   

Se equivocan porque eso no dice la ley, ni el reglamento de la Superintendencia. La tarea encomendada a la Sunedu es garantizar que toda aquella universidad y/o programa que existe tiene un mínimo de calidad estándar. Para ello, como en ciertos estados de los EEUU o Colombia, se elaborarán estándares que permitan verificar y dar seguimiento al nivel de calidad mínimo que el país requiere y que los estudiantes demandan. En ningún caso se trata de intervenir en el contenido de los planes de estudio, ni en las características específicas de los docentes. La Sunedu si verificará, por ejemplo, que no hay una facultad de medicina arriba de un casino o un local en una casa de dos pisos.

Se equivocan porque los supuestos detrás de sus argumentos son falsos. Ni el libre mercado, ni la competencia, ni la disponibilidad de información han logrado una oferta educativa de calidad. Las malas universidades no cierran porque las buenas demuestran que son buenas, ni las familias (pobres) optan por mejores universidades porque sepan que hay malas. Solo basta ver en qué universidades se concentra la matrícula universitaria actualmente en el país.

Se equivocan porque suponen que la inversión, especialmente privada, es buena en sí misma y por ello sostienen que los requisitos que impone la ley a las universidades para funcionar ahuyentarán cualquier tipo de inversión privada. Lo que busca la ley es atraer la buena inversión, no cualquiera. Es posible atraer inversión privada sin lucro y con calidad. Sería bueno escuchar a los promotores y autoridades de la UTEC, una universidad que pudiendo lucrar optó por no hacerlo y promete ser una de las mejores del país.

Aquello que el país necesita, señores, es una educación de calidad para todos. No es posible sostener el crecimiento económico y transformarlo en desarrollo con una educación de calidad para pocos. La única posibilidad de una educación de calidad para todos es regulando la calidad de los mínimos aceptables. No se consigue desregulando el mercado. Eso ya fracasó.